Difícil lo tenían Tom Rowlands y Ed Simons para demostrar que aún no se les había pasado el arroz. Con gran parte de sus compañeros de generación en estado de esclerosis (a excepción de unos incombustibles Underworld), su última entrega se debate entre el estancamiento y la huida de lugares comunes.
Difícil lo tenían Tom Rowlands y Ed Simons para demostrar que aún no se les había pasado el arroz. Con gran parte de sus compañeros de generación en estado de esclerosis (a excepción de unos incombustibles Underworld), su última entrega se debate entre el estancamiento y la huida de lugares comunes. El efectivo sampler filo-asiático y los recitados de Q Tip mantienen a flote “Galvanize”, un espejismo que se prolonga a lo largo de los cuatro minutos que dura “The Boxer”, sustentada en la voz de Tim Burgess y una base rítmica plena de síncopes que podría guiñar un ojo al moderno r´n´b. Una fórmula, esta última, que se repite con acierto en temas como “Shake Break Bounce”. No obstante, su mirada poliédrica y multiculturalista también tiene sus lagunas (no de otra forma puede calificarse la rutinaria “Believe”, con la voz de Kele Okereke, de Bloc Party) y discutibles bajadas de intensidad (como en la discreta “Hold Tight London” o en la mucho más efectiva “Close Your Eyes”), mientras en otras ocasiones simplemente se aplican en activar su reconocible piloto automático (“Come Inside”). Son las luces y sombras de un dúo que se esfuerza denodadamente por no verse superado por el signo de los tiempos. Alternando dosis de cal y arena y tratando de girar incesantemente sobre la evolución de la realidad musical que les circunda, es de ley darles aún el beneficio de la duda.
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