No sueltes lo efímero
DiscosPumuky

No sueltes lo efímero

8 / 10
Raúl Julián — 28-02-2025
Empresa — Keroxen
Género — Indie rock

Han pasado diez largos años desde que viera la luz el último larga duración de Pumuky, “Justicia Poética” (Jabalina, 15), en una espera paliada con la publicación intermedia del EP “Castillo Interior” (Keroxen, 20). En cualquier caso, el (siempre necesario) proyecto liderado por Jaír Ramírez no entiende de tiempos ni plazos. Tampoco ha sido nunca de dejarse embaucar por los entresijos de una industria musical en la que el proyecto nunca terminó de creer.

Lo de la formación canaria –actualmente compuesta por Jaír y su hermano Noé junto a Mariano Gracia y Albert Morales– ha prendido siempre de una necesidad vital de expresión sincera y ardorosa que, en “No sueltes lo efímero”, vuelve a desmontar al oyente con diez canciones de gran intensidad emocional y sonora. Un camino conjunto de sentido propio, que se abre con la excepcional “El salitre de tus labios” y cierra su propio círculo con la no menos impactante “No sueltes lo efímero” que da título al lanzamiento. Entre medias, se suceden otras paradas tan satisfactorias como son “Lo recuerdo todo”, “La singularidad”, “Terriblemente bello” o “El desencanto”.

La mezcla de slowcore, shoegaze e indie-rock del combo deriva en una sonoridad específica que guía todo el álbum, junto a la siempre vívida y punzante lírica propuesta por el vocalista Jaír Ramírez, quizá más expuesto que nunca en su papel tras el micrófono. Unas texturas que resultan lo suficientemente resistentes como para acoger esa lírica tan dolorosa del autor. La misma que, de algún modo, queda suavizada por esa instrumentación que al mismo tiempo marca a fuego las canciones con un tipo de poso marca de la casa. Un aire que dota de coherencia y solidez a la propia obra, en lo que se impone como otra de sus virtudes palpables.

“No sueltes lo efímero” destila rigor y juega con las mencionadas intensidades, apuntando a Low, Matt Elliott, Codeine o Slowdive entre sus referentes y hasta levantar el pretendido muro de sonido. Sin fisuras y con convicción. Un álbum que, en definitiva y por enésima vez, recuerda cuán imprescindible es que existan formaciones al margen de todo aquello que no sea una honesta y descarnada urgencia creativa. Formaciones creíbles y permeables al transcurrir vital como Pumuky.

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