A estas alturas uno no esperaba grandes sorpresas en los discos de Public Enemy. Por ello la sorpresa ha sido mayúscula, y más teniendo de precedente el disco en solitario de Chuck D, que aunque notable no variaba mucho estilísticamente de la banda madre. Tampoco creo que Flavour Flav sea el causante de esta mutación en el sonido del combo, así que podemos creer que ha surgido de manera natural. Los que amamos a los grupos que arriesgan estamos de enhorabuena.
Public Enemy arriesgan con bases electrónicas que dan cuerpo a himnos inmediatos, con rap gótico (“Give Peace A Damn”), con el minimalismo radical de “Mine Again” o el funk marciano de "Earthizen". Public Enemy están de vuelta y les importa una mierda tu opinión y la mía. Ahora sólo quieren hacer lo que les apetece. Para muestra ese “Honkey Talk Blues” en el que Chuck D canta como si fuese un Rolling Stone.
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