El nuevo trabajo de Sr. Chinarro se ha hecho de rogar, y tanta espera ha terminado por aburrir hasta a su propio autor. Antonio Luque no parece contento con “Presidente” y no es que sea un mal disco, en absoluto, pero no es el álbum que el fan esperaba y, probablemente, él tampoco. A su favor, tres grandísimas canciones –“María de las nieves”, “Babieca” y “El cuchillo y el pastel”-, un sonido excelente, una producción al milímetro y una recuperada capacidad de sorpresa. En su contra, algunas rimas poco afortunadas –lo más grave en alguien cuyos textos planean muy por encima de la media y que además aboga por convertirse en “producto cultural”-, algunos arreglos demasiado forzados (“La lección” y “Un final feliz”) y su propia leyenda, que ya no es negra sino directa y luminosa. Poco –o nada- introspectivo, el disco discurre con altibajos, instrumentos insospechados y un Luque poderoso y seguro en la voz. Interesante cuando las guitarras cobran protagonismo (la trotona “El boxeo”) y el homenaje al glam de “Vacaciones en el mar” que hubiera ganado de no haber sido elegida como single, tiene sus mejores momentos en la parte central, cuando el humor negro, absurdo y quebrado se apodera de un Luque que definitivamente ha aceptado que la madurez no es un lugar tan malo como parecía y que, sin duda, volverá a firmar grandes discos, no sólo buenas canciones.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.