Aunque hayas escuchado cuantrocientas mil veces los mismos temas de The Fuzztones, no te cansas de revisarlos de vez en cuando. Ni tampoco volver a verles en directo. La banda de Rudi Protrudi es ya historia viva de la música rock, con tres décadas en la carretera e innumerables conciertos. Pero su larga trayectoria no impide que sigan sacando perlas que inviten a meterte otra vez en la psicodelia garajera y suspirar por unos años, unas melenas, una energía que casi todos vamos añorando con el paso del tiempo. Mientras tú añoras, ellos siguen con sus ridículas greñas, su potencia, su cada vez más limitada cuota sonora, y eso, por incoherente que parezca, les hace más grandes, más legendarios e imprescindibles. Doce nuevas canciones, grabadas y mezcladas en analógico, son las que componen este rezo sucio y contundente, guitarrero, en el que también se entreven tempos reposados -tras el clímax que alcanzan en “Set Me Straight”- próximos a los nichos que el cementerio del garaje-rock reserva a los teclados, slides y otros instrumentos de desahogo. Como si de una banda sonora se tratara –“Don’t Speak Ill Of The Dead”, o “Lust Pavillon” son perfectas para una peli grindhouse - vuelven The Fuzztones para que te montes la película que más te guste.
¿Que pasa que eres calvo y te jode que ellos sigan con el pelo largo? No entiendo a que viene lo de ridículas greñas. En lo suyo son los putos amos