Pocos grupos habrá tan enigmáticos como lo han sido Pram a lo largo de sus treinta años de vida. Discos como “The Stars Are So Big, The Earth Is So Small... Stay as You Are” (1993) o “Sargasso Sea” (1995) siguen descubriendo nuevas formas melódicas en nuestra recepción de los mismos. Discos abonados a la escucha sin fin, donde no existen ritmos cerrados y músicas sonando desde el dique. Con Pram, esto nunca ha sido así. Será por la atmósfera jazz que inunda su despampanante aliñado de ritmos balcanes, krautrock, bossa nova, dream pop y avant-garde, que su habilidad para sortear terrenos comunes siempre da con una nueva invitación a la sensación exclusiva, al encuentro con lo inaudito. Así sigue siendo tanto tiempo después por medio de “Across the Meridian”, su flamante LP, que viene a compensarnos los once años de espera desde “The Moving Frontier” (2007).
Diferentes proyectos encaminados a la comunión músico-visual no los han apartado de la senda, sino que la han enriquecido, como en canciones tan flotantes como “Electra” o “Doll’s Eyes”, donde la inspiración cinemática cobra una significación mayor. En otras, como “Footprints Towards Zero”, queda clara una cosa: no hay grupo en la Tierra capaz de igualarlos en viajes hacia la dimensión desconocida de la melodía.
No hay problema en conjugar exótica con hip hop o ambient con folclore de Europa del Este. Para ellos no, que siempre evitan la pose de la originalidad sin más, y donde todo trayecto hacia el misterio siempre tiene una intención intrínseca. Como en “Where the Sea Stops Moving”, donde son capaces de conjurar la quietud mayestática de Erik Satie para luego adentrarnos en una fauna de what if decididamente alucinógena. Y que así siga siendo por muchos años más. En un océano huérfano de olas, definitivamente, ellos son la marejada por la que dejarnos arrastrar.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.