Naïf, Pot Ser

Abruptamente, el eco de los Power Burkas ha mutado. Me refiero al recetario de sus temas. Su fórmula velada y cargada de donosura de la que nadie sabe las cantidades, ni las propiedades exactas, ni mucho menos lo que se refiere a sus cualidades. Puede que el caudal haya sufrido una abundancia de energías nuevas. O sus miembros hayan optimizado su recalculo, su endiablada transmutación de sueño a liberación. A simple vista parece que todo sigue igual, pero no es así. Lo podemos atribuir al método, o incluso al tiempo transcurrido juntos. Hay algo intrínseco que evoca hacia fuera y convierte el resultado en más sutil, compacto y liberado. Y surge la energía de ser expulsado.

O a lo mejor es que el ir por primera vez a unos estudios de grabación profesionales haya hecho que su torsión del último momento, esa elipsis temporal de posibilidad a propósito, haya constituido endiabladas perturbaciones. En el impacto, ellos parecen mas fehacientes. Y su punk rellenado de mil y una connotaciones más, ha quedado más escenificado. También cuando sacan el pie del acelerador y viajan por comarcales llenas de paisajes electrocutados. “Autorentat” o “La traça” resulta de lo más destacado del disco y hasta invocador. Y cuando dicen frases tan memorables como “A la biblioteca del carrer Urgell algú em va descubrir l’Ian Mackaye” florecen en delirios de pos costumbrismo lisérgico que dotan a la obra de pieza próxima. Casi pertenece, igual que el cepillo de los dientes o la mosca que respira cerca de la ventana de la cocina y no acaba de morir.

Y la verdad, nunca había prestado tanta atención a una hoja promocional. Escrita por un locuaz Quimi Portet, da la sensación que deje mi función rebajada. Porque el cuerpo me pide hacer un cortar y pegar y dejaros con sus palabras, que preferibles a las mías desembocan hacia ese océano potencial. Ese que los Power Burkas hinchan grupalmente en cada nueva propuesta. Cada vez mejores. Cada vez más únicos. Cada vez más ellos.