Luis Fercán está de estreno con su nuevo disco titulado “Postales Perdidas” (Calaverita, 24), un trabajo que supone un auténtico salto de calidad en la discografía del cantautor santiagués y durante el que le acompañamos en un viaje muy personal. Se trata de un trabajo lleno de matices y de cambios con respecto a lo que nos tenía acostumbrados, pero que, al mismo tiempo, mantiene la más pura esencia de la música que venía haciendo, evitando así resultar extraño para los habituales de sus conciertos.
Estamos ante un Luis Fercán que se abre más que nunca, que navega en el filo de la melancolía, pero esquivando la tristeza tan habitual entre los cantautores. Canciones que transmiten cierta alegría y desasosiego, con el gallego mostrando una cara muy pura y autocrítica con la cual es imposible no empatizar hasta contagiarse de esa felicidad que uno siente cuando recuerda los momentos en los que ha sido feliz con una pareja. Esos instantes que duelen cuando todo se rompe pero que, con la perspectiva del tiempo, provocan esa inevitable sonrisa por la felicidad pasada.
Hay dos cuestiones que influyen en esto. Y mucho. La primer (y quizás la más importante por el cambio que supone), es la presencia de esa banda de la cual Luis se rodea en este nuevo disco. Algo que podría no haber funcionado pero que, sin embargo, consigue llevar sus canciones a otro universo muy distinto, manteniendo al mismo tiempo la esencia a la que nos tiene acostumbrados. Un empaque, un envoltorio, que hace que transmitan mucho más. Por otro lado, la presencia (nuevamente) de Nacho Mur en una producción que roza la perfección. Y es que el también miembro de La M.O.D.A. consigue que esa suma de guitarra y voz del gallego más la banda casen de forma espectacular, otorgando a cada parte la importancia justa y necesaria para el conjunto sea equilibrado.
También es necesario hablar del orden de las canciones, empezando por un “busco” que es toda una declaración de intenciones acerca de lo que vendrá después. Una canción que expone a un Luis Fercán que muestra su amor por la música y contar historias. A partir de aquí nos enfrascamos en un viaje de pureza, de perdón y de mucha autocrítica con “frío al verte”, “ahí atrás” o “hay algo en esa luz”. Algo que continúa latente con “ese borracho”, tema que invita a cierto baile, con un ritmo algo más movido que entra muy bien a la mitad del disco.
Con “una señal” vuelve a bajar el ritmo, recordando algo más al Luis que canta únicamente con su guitarra, una sensación que se mantiene con “temple bar” y su voz desgarrada en la canción más larga del disco. En “rayas de cielo” encontramos la que, posiblemente, sea la gran sorpresa del trabajo, con la versión más roquera y oscura (y una voz mucho más grave), pero con un resultado que podrían firmar agrupaciones más cercanas al género. El cierre con “tu recuerdo” es la guinda perfecta, ya que “Postales Perdidas” finaliza con Luis Fercán y su guitarra sincerándose una vez más.
En definitiva, este es el mejor trabajo que ha presentado el cantautor gallego en una carrera que comenzó hace ocho años; un disco que está hecho para funcionar con la versión más íntima que éste nos puede ofrecer, pero también para ser un auténtico éxito en escenarios más grandes acompañado de banda. La confirmación de que estamos ante alguien con un presente y un futuro muy interesante, un paso adelante que se ha convertido en toda una declaración de intenciones.
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