Era el tapado de la nueva generación de cantantes folk norteamericanos, el menos conocido y el que apenas hacía ruido (como sus canciones, siempre suaves, como susurradas al oído). Sacaba discos notables (cuatro antes de esta maravilla) y parecía que no estaba... Todo esto cambia con “Post-War”, trabajo que le coloca en la primera línea de los folk singers actuales, esa aristocracia presidida con humildad y casi sin querer por Conor Oberst, Devendra Banhart y Neko Case (que colabora en el disco).
El nuevo álbum de estudio de Matt Ward es su apuesta más pop y accesible, y el disco que mejores canciones presenta. Gran parte de ese salto de calidad es debido a una producción rica en arreglos (las percusiones y los arreglos de cuerda tienen ecos spectorianos que inflan de emoción muchas canciones. Entre ellas las conmovedoras “Today’s Undertaking” y la luminosa “To Go Home”, original de Daniel Johnston) y al hecho de que ha grabado por primera vez con una banda el completo (formada por miembros de The Thermals y The Decemberists).
El resto de aciertos ya los conocíamos. Ward se maneja bien en la tarea de actualizar la tradición folk norteamericana (la de Bob Dylan, Phil Ochs, Fred Neil, John Fahey…). Su relectura, atemporal y fresca, transmite emoción y verdad, y proporciona el envoltorio ideal para ilustrar los textos agridulces que pueblan sus canciones, casi todas ellas historias sobre pequeñas derrotas afectivas. Y eso es precisamente lo que transmiten canciones como “Chinese Translation (o como sonaría Arthur Lee de haber sido un cantautor), “Right In The Head” (la canción más rockera del disco), “Magic Trick (la más festiva del lote y con Jim James de My Morning Jacklet ayudando a los mandos), Requiem (vibrante crescendo para entonar con el puño en lo alto), “Eyes On The Prize” (guiño consciente al legado de Billie Holiday) o “Rollercoaster” (donde se hace pasar por el Jonathan Richman más inocentón).
Yeah that's what I'm talking about bani--byce work!