Que cada cual es hijo de su tiempo, es un hecho. En el caso de Austin Richard aka Post Malone, una manifestación. Cualquier momento de su historia está compuesto de instantes de virtualidad y los hechos lo respaldan: Se trata de un adolescente que el primer acercamiento a la música lo hizo de la mano del Guitar Hero. El mismo chaval que como si de Dylan se tratase, abandonó su ciudad para probar suerte con la música -con la diferencia de que Dylan se dirigía a rendir pleitesía a Woodie Guthrie en nueva York y Austin iba a dormir y en la residencia de su amigo y reconocido gamer Jason Stokes. Y por si cupiera alguna duda del pedigrí posmilenial del neoyorkino, bastará con recordar que su bautismo en el mundo del hip hop no vino de la mano de otro rapero ni tampoco de su inventiva, sino de un generador de nombres de rap online.
Si a esto le sumamos que es más blanco que el nácar, que se apunta a cualquier tendencia, que reniega del rap mientras lo hace y que las críticas le resbalan, ya obtenemos todos los ingredientes necesarios para que esa “historia virtual” pierda cierta fugacidad congénita y se vuelva más duradera.
“Beerbongs & Bentleys” ha sido justo eso, un gesto que intenta hacer historia pero no alcanzar la gloria. Una larga colección de canciones apiladas una tras otra, acompañadas de colaboraciones estrella —Ty Dolla Sign o Nicki Minaj — y un mensaje que quiere exponer una depresión caustica pero se queda en la llantina caprichosa. Un artefacto diseñado para plagar todas las playlist y colonizar en tiempo record el top1 de streaming pero que como obra resulta plana, sin empaque, ritmo ni originalidad. En definitiva, se trata de un trabajo que si no fuera por las producciones y la propia voz de Post Malone, nos enfrenta a un escenario en el que se combinan el vacío existencial —un tanto pobre en este en caso— con la frivolidad fácil y tonta, logrando que se desvanezca el interés del oyente. En otras palabras, el disco es el retrato de un niño muy listo al que se le han dado súperpoderes pero que se sigue haciendo pis en la cama.
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