Positivismo Tropical

Lucas Bolaño lleva años embarcado en distintas aventuras musicales (Cabeza, Estrella Fugaz, Spam Trío), siempre fuera de foco, en una inconsciente semiclandestinidad que debería quedar atrás con discos como este último de Experimental Little Monkey, proyec-to que con “Positivismo Tropical” adquiere la relevancia y personalidad que se intuía des-de sus inicios, aunque antes apareciera camuflada por ropajes de indietrónica y también por un componente más experimental que ahora parece reservarse para los conciertos (únicamente “El Funeral” se deja llevar hacia pasajes ambientales). Los ocho temas de este álbum, grabado en formato grupo (la última referencia de la versión en solitario de ELM hay que buscarla hace tres años con “Caduco Infinita”), se muestran de forma bien definida, ajenos a casi cualquier comparación. Por aquí hemos hablado, por la necesidad de establecer conexiones, de Alberto Montero o de la versatilidad de Nobukazu Takemura (los desarrollos en directo remitirían a su vez a nombres como Balmorhea), dentro de un disco en el que hay ciertos momentos de pop de cámara, aunque la etiqueta más válida en conjunto sería la de postfolk costumbrista, ya sea en los minutos más expansivos (“Explosiones por el suelo”, un auténtico hit alternativo) o en los de corte intimista (“Insen-satez”, bellísima y emocionante en su serenidad), dejando, aunque sea de forma anecdó-tica, algún apunte que recuerda fugazmente al Carlos Berlanga de “Impermeable” (y si no, ahí está el inicio de “Showman”).

“Positivismo Tropical” es accesible y sinuoso, melancólicamente feliz, cálido en instrumen-tación y voces, planteado como una desordenada sucesión de escenas cotidianas en las que, pese a las ausencias, el lloriqueo se queda a un lado, convencido su protagonista de que es más importante la celebración que el luto (la muerte, como ocurría en su anterior trabajo, tiene un papel destacado, aunque en este caso se trate más bien de cerrar un capítulo). Un disco que escapa de los lugares comunes y que debería ser el pórtico de entrada a que la música de Bolaño llegase a un mayor número de público. Un anómalo collage en el que las piezas encajan sin necesidad de buscar sentido a cada una de sus partes.