Pom pom
DiscosAriel Pink

Pom pom

7 / 10
José Carlos Peña — 13-11-2014
Empresa — 4AD/Popstock!
Género — Pop

Ariel Rosenberg es uno de esos personajes de vuelta de todo que se resisten a clasificaciones y análisis. ¿Está su trituradora de géneros más cerca de un postureo posmoderno que de una propuesta genuina? ¿Utiliza el pop para dar rienda suelta a las bromas surrealistas de su propio personaje, ese freak neurótico y desconcertante, que absorbe como una esponja todos los lenguajes musicales para regurgitarlos a su manera? Probablemente, haya un poco de todo, y en este misterio esté su encanto. Porque su talento, como demuestra disco a disco, es real. “Pom pom” es su tercer álbum para 4AD. El prestigioso sello británico lo ha promocionado como un compendio de todo lo que hace único a un artista que, libre ya de los inventados Haunted Graffitti con los que grabó siete álbumes, despliega en 17 canciones todas sus estrafalarias armas psicodélicas, combinando con facilidad pasmosa y descacharrante fluidez el pop de los 60, el AOR, la música de ascensor, los jingles, el soul, la electrónica, el espíritu iconoclasta de Frank Zappa o -su debilidad- el rock gótico de los 80. Es decir, pop total de otro planeta, no apto para gente que se toma las cosas demasiado en serio.

Por su formato doble y su indisimulada ambición -colaboraciones ilustres incluidas, como la del músico y productor de culto Kim Fowley-, “Pom pom” lleva más lejos la dispersión de “Mature Themes” (Popstock, 12). En sus intrincados 69 minutos se van sucediendo las marcianadas gozosas: del pop cristalino de “Plastic Raincoats In The Pig Parade” o “Put Your Number In My Phone” a la frenética payasada de “White Freckles”; de la oscuridad gótica casi paródica de “Not Enogh Violence” al riff a lo Black Sabbath de “Goth Bomb”; de los devaneos arábigos de “Dinosaur Carebears” al pop sintético y fantasmal, casi de Talking Heads, de “Black Ballerina”; para culminar en el pop perfecto, aunque con el giro perverso marca de la casa, de “Exile On Frog Street” -gran título- y la enorme “Dayzed Inn Daydreams”, -¿los Beatles más psicodélicos de parranda con Syd Barrett?-. En todo caso, un derroche de exuberante audacia e inventiva musical. ¿Qué más da si va en serio o no?

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