Vayan soltando la madeja de hilo por los
pasillos de “Podría ser en cualquier lugar”. Sean astutos como Teseo,
pues las diez canciones que conforman esta tupida enredadera sonora
podrían extraviarles con sus desarrollos y dilataciones in extremis. Los
madrileños se han hecho de rogar casi cinco años debido a
deslocalizaciones geográficas, pero se han mantenido en el tajo con
Adrift, El Páramo o Mopane. Sou Edipo son intrincados como cualquier
tocho freudiano, pero la sombra de Tool o King Crimson no abriga en
absoluto sus propósitos, aunque sí puede dar ciertas pistas acerca de
su destreza e inconformismo al pentagrama. La impostura de la voz de
Quique Carrica está a un palmo de la Eddie Vedder, mas sus letras, que
parecen escritas en la penumbra de una vela y con el corazón en un
puño, trepan como la hiedra por unas canciones que discurren
zigzagueantes como una serpiente en pos de su presa. Tal vez todos los
quiebros sean el camino más corto para inocular su veneno. Junto a
Jardín de la Croix y Joe K Plan conforman la triple entente castiza de
lo imprevisible. Obtusos que son ellos.
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