Tras vencer definitivamente su timidez interpretativa en “The Messenger” (Warner, 13), Johnny Marr regresa sólo un año y medio después con la segunda entrega absolutamente en solitario de su discografía. El mencionado estreno sorprendió por su ininterrumpida energía y verticalidad, mientras que “Playland” palidece sensiblemente ante la inevitable comparativa, tras presentarse como un disco más meditado y trabajado en base a unos desarrollos que, en ocasiones, resultan infructuosos.
No obstante el principal activo del ex Smiths continúan siendo los temas musculosos y pegadizos, adornados siempre con su inconfundible estilo ejecutivo a la guitarra. Es en términos de calidad y sobre todo efectividad donde el conjunto se resiente con respecto a su antecesor, tras incluir once canciones redentoras del orgullo británico por el indie-rock, pero de pegada y convicción bastante más limitadas.
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