Playing The Angel

El consenso general sitúa al undécimo álbum de estudio de Depeche Mode como un sucesor de “Violator”, pero “Playing The Angel” reclama un lugar propio entre la oscuridad opresiva de aquel (más claustrofóbica y rítmica allí, aquí mucho más lírica y melódica) en la que se mueven como pez en el agua; y el poso rockero de “Songs Of Faith And Devotion” (atentos a la foto de la contraportada, con Martin luciendo camiseta de los Pistols, y al abrasivo primer tema).

Guitarras en primer plano en algunos cortes, programaciones duras y precisas, bajos envolventes y la garganta privilegiada de Dave Gahan, gélida y cálida a un tiempo, arropan unos temas rotundos, y configuran un disco, en general, melancólico y sombrío, pero con muy poco que objetar. La gran novedad: los tres números propios (sorprendentemente buenos) que consigue colar Dave Gahan (uno de ellos, “Nothing’s Imposible”, incluso muy bueno). Pero más allá de la aportación de Gahan o la discutida influencia del productor (Ben Hillier) en el resultado final, la grandeza del disco sigue residiendo en el genio de Martin Gore, inspirado y sensible, componiendo desde la entraña (sobre su divorcio, entre otras cosas), y que se supera en la joya del álbum, el single “Precious”, una de las más bonitas canciones de Depeche Mode (lo cual es decir mucho), con la que riza el rizo de un estilo en el que no tiene rival.

Esta vez, sí: believe the hype, probablemente su tercera gran obra junto a (y después de) “Violator” y “Music For The Masses”.