Chris Goss fue un visionario, un pionero, aunque ahora ya casi nadie se acuerda de él. Es el padre del stoner-rock, el responsable de que Kyuss grabasen cuatro discos bajo su esmerada producción que forman parte del abecedario global del género. En cuanto a su carrera en particular, su homónimo debut es un clásico en toda regla que va a cumplir veinte años, y su evolución llega hasta el elegante “Deep In The Hole” (2001). Con el tiempo, Chris Goss fue matizando su sonido y suavizó sus canciones, sonando como los Led Zeppelín más espaciales y bastante menos a los Black Sabbath originales. Desde ese disco, un vacío de casi nueve años, si pasamos por alto un álbum en vivo –“Flak N’Flight” (2002)- y otro con descartes en acústico –“Give Us Barabbas” (2004)-, con invitados como Scott Weiland. En “Pine/Cross Dover”, una obra dividida en dos partes, se dedica a experimentar. Con John Leamy como socio conspirador, en la labor de baterías y teclados, y grabado en el Rancho de la Luna en el desierto de Joshua Tree, se adhieren otros elementos que aparecen y desaparecen de la alineación titular. Una sobrexposición de sonidos, de atmósferas relajadas -”Johnny’s Dream”-, de canciones que no siguen ningún patrón ni tampoco otro tipo de teorías. Más rica en su segunda parte, con cortes como “Up In It”, como principal reclamo, o la muy apreciable en “Rosie’s Presence”.
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