Un mundo en llamas

Piedra, el power trío instrumental de Iruña-Pamplona, lanza su tercer disco, una potente y ambiciosa grabación formada por cinco extensas canciones.

"El tránsito celeste del amanecer eterno" comienza con un minuto acústico lleno de tranquilidad que da paso a una progresión instrumental, con un tremendo bajo como protagonista, cuyo resultado es una línea lejana en el horizonte que augura una tensa calma mientras se aguarda con incertidumbre el futuro más cercano. "Siempre tendrás el poder de hacer que las montañas tiemblen" es una dinámica composición que alterna luminosidad y semioscuridad, con esa guitarra omnipresente que va cambiando de registro varias veces durante una canción que supone un viaje intenso y directo hacia un mundo desconocido.

El tema que da título al LP se destapa como un fascinante puzzle de incontables piezas, donde todos los instrumentos permanecen donde tienen que estar, en su sitio preciso, y al mismo tiempo se desparraman libremente en un caos controlado por ese mundo en llamas, que no es capaz de quemar ni una pestaña del ignífugo trío. "Las llaves de la Nakba", referencia clara al término árabe que se refiere a la Catástrofe del éxodo palestino en los años cuarenta, a lo largo de sus casi diez minutos de duración va oscilando entre la tranquilidad de una guitarra acústica de aires exóticos y la explosión de una tormenta eléctrica que amenaza con destruir lo anteriormente construido y viceversa. La batería de "El rey de las ratas" marca desde el principio un ritmo marcial expeditivo, trazando un estupendo camino por el que fluye la contundencia abrumadora que arrastrará a la banda hasta el final de su travesía, un trayecto culminado con éxito también por el oyente.

Aproximadamente cuarenta minutos de música densa y rugosa, pero también melódica y cristalina. Todo cabe en un conjunto que combina tramos más ambientales de corte postrockero con otros donde conviven con naturalidad el rock matemático y el metal progresivo. La multitud de capas sonoras de diversa naturaleza termina creando un artefacto muy disfrutable, pétreo y sin fisuras.