Si en diez temas no eres capaz de encontrar la maestría del músico californiano, cambia de disco, mejor aun, de mundo: ni el buen rollo ni el soft rock son lo tuyo. Bart Davenport se alza como el rapsoda contemporáneo, el crooner embaucador que emplea su bagaje musical oldie y ciertas variaciones pop soul ochentas para crear canciones frescas de marcado tono personal. Bart es un tío feliz y eso se trasluce en su nuevo trabajo –“Palaces”, su último disco original en solitario, data de 2008-, tras cinco años y tres discos genéricos: uno de versiones, los otros con sus compinches de Honeycut e Incarnations. De estos rescata cierto estilo etéreo y ahora, con ayuda de productor y músicos de sala angelinos, lanza temas como el delicado “Girl Gotta Way”, “Vow” o “Fuck Fame”, el más contundente, armados con sintetizadores y guitarras muy a la Prince. No olvida alguno menos adornado para salir de gira solitaria, como “Pamela”, donde resaltan dosis acústicas de r’n’b’ y esa voz de trovador alegre, su principal seña de superhéroe.
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