Se adivina que este disco sorpresa es un regalo de Pharrell Williams a sus fans por su cincuenta y un cumpleaños (disponible en www.blackyachtrock.com). Pero una de las numerosas preguntas que asoman con este misterioso lanzamiento del que no se saben créditos de ninguna clase, es ¿a qué tipo de fans de Pharrell les emocionará este trabajo? Porque el hombre que le puso la C a la palabra cool, tiene seguramente el fandom más difuso del mainstream: hay quien lo admirará por su carrera solista y con N.E.R.D., quién lo hará por su estilo insoportablemente envidiable, o los que lo veneran por haber sido un músico, productor e ideólogo de excelencia en el pop de las últimas dos décadas.
Bien, “Black Yatch Rock, Vol. 1. City of Limitless Access” tiene un poco para cada uno. Basándose en una concreta pleitesía al pop radiable, estas canciones completamente inofensivas no pecan de lánguidas, sino que cumplen su cometido –básicamente entretener– con nota.
Hay guiños a muchas figuras del salón de la fama del pop, desde The Beach Boys a Daft Punk; el entorno sonoro es sintético pero cálido, Pharrell sigue enamorado de su voz y enamora en el camino, fiel a su eterna pulsión de gustar a todo Dios. Como podréis descifrar este es un disco de pop, soul easy listening hecho y derecho, una llamada a la simpleza, un soundtrack perfecto de un picnic en la hierba. De sonido hi-fi y masterización un tanto exagerada, “Black Yatch Rock…” descubre las virtudes seductoras del artista y las pone sobre la mesa sin censura. En ese sentido quizá sea un disco un tanto grotesco, pero atendiendo al monstruoso curriculum de Pharrell, toda idea negativa se difumina en sus laureles. Laureles que le permiten lograr una dinámica perfecta de interacción entre los tracks del álbum; aquí no hay destaques individuales, la totalidad de la obra es de admirable coherencia.
Habrá temas más directos o más sugerentes, más electrónicos u orgánicos, pero el mérito total es la convivencia ideal entre todos. También es real que en esa intención hedonista y autoproclamatoria puede empalagar con facilidad, pero hay que ser bueno con sus intenciones: los temas están currados. A caballo regalado no se le miran los dientes, y menos aún si el caballo tiene crines brillantes y perfumadas.
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