Hace un par de años, Periferia ya se habían hecho notar con su disco debut, “Fortuna o discordia” (23). Ahora, con “Rincones de nadie”, vienen a confirmar lo que ya sospechábamos: que estamos ante una de las grandes nuevas bandas de nuestro rock. El cuarteto consigue huir de la monotonía en la que había caído el género y sonar frescos, pegadizos, modernos y originales.
La voz de Berta transmite la dulzura y la rebeldía propias de su juventud. Las letras (escritas entre ella y Quel, el batería, encargado también del diseño) no tienen problema en mostrarse personales: “No puedo escapar de mí misma”, afirman en “Mi rincón”, un tema de apenas minuto y medio en el que la cantante solo es acompañada por los rasgueos de una guitarra limpia. Y es que a la fórmula punk rock le añaden cucharadas de grunge, indie, rock urbano o pop punk sin complejos. Todo bajo la producción de Pep Miralles, el propio guitarrista de la banda, cuya calidad sorprende si tenemos en cuenta que la ópera prima de la banda fue el primer trabajo que hizo. Esta vez ha grabado guitarras y bajos en su propio estudio, mientras que voces y baterías han sido grabadas por Xavi Escribano en EM Estudi. Después, la mezcla y masterización han corrido a cargo de Eñaut Gaztañaga en Gaztain Estudioak. El resultado son estas doce nuevas canciones que convierten a Periferia en la gran esperanza de una nueva escena que demuestra que sí que ha habido relevo generacional.
Ya lo habían demostrado en los singles que habían ido lanzando: “Parar el tiempo”, “Mi alternativa” y “La ciudad”. También encuentran hueco para las colaboraciones de Kamikazes (haciendo el contrapunto masculino en “Grítame”) y Etxekalte (“Una luz”). En algún punto intermedio entre Dover, Berri Txarrak, Marea y Zea Mays.
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