Incorruptibles e inamovibles en tres décadas, GBH, o Charged GBH, continúan embistiendo con su punk callejero y más macarra que escupir en el cepillo de la parroquia. Bien por ellos. Los británicos no serán nunca caballeros de la Reina pero hacen algo que nos gusta más y saben hacerlo muy bien. Eso nos vale. Descubrir en ellos matices con los que intuir nuevos horizontes musicales no es que sea una utopía, es más bien una pérdida de tiempo y de espacio que seguramente puede hacerte no disfrutar de la urgencia de “Kids Get Down”, “San Jose Wind” (emotivamente dedicada a Joe Strummer) o “Ballads” (el consejo que le dan a los grupos que empiezan), himnos de fácil elaboración pero de no tan sencilla venta a un público más que maleado. O no tan fácil si no entrase ahí la virtud de GBH: ellos pueden vender punk porque son punk. Estamos bien seguros de que sienten lo que cantan, lo que hacen y por eso siguen ahí treinta años después, entregando álbumes como “Perfume And Piss” que definitivamente no puede ser analizado sólo bajo el prisma técnico y musical.
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