Pedro The Lion juega en liga similares a las que transitan Damien Jurado, Mark Kozelek, Low, Bill Callahan, Mark Eitzel o Cass McCombs. Y lo hace desde la perspectiva del veterano, porque, aunque siga ocupando una posición secundaria con respecto a la mayoría de sus compañeros estilísticos, lo cierto es que el de Seattle inicio su carrera a finales de los noventa. Una trayectoria que, eso sí, contó con más de década y media de parón, cuando tras publicar “Achilles' Heel” (Jade Tree, 04), David Bazan decidió aparcar su proyecto principal para dedicarse a algunos asuntos paralelos.
No fue hasta 2019 cuando el artista regresaría con el notable “Phoenix” (Polyvinyl, 19), al que seguirían “Havasu” (Polyvinyl, 22) y el presente “Santa Cruz” (Polyvinyl, 24), completando una trilogía versada en torno a las memorias musicales del propio autor. Un regreso podría decirse que triunfal, dentro de los modestos parámetros que ha manejado siempre el bueno de Bazan, concretado en tres discos de buena apariencia, guiados por creíble dramatismo y, por momentos, emocionantes. Son las cualidades que atesora Pedro The Lion, también en torno a las once canciones que incluye la presente entrega y que abarcan aquella retrospectiva personal que va de los trece a los veintiún años, sumando también experiencias paralelas de época, en su caso marcadas por los continuos cambios de ciudad.
“Santa Cruz” se abre con la sombría “It’ll All Work Out” (la pieza más cercana del lote a ese slowcore tan trabajado en entregas previas), antes de acelerar el ritmo en composiciones como la que da título a la referencia, “Don’t Cry Now”, “Remembering”, “Teacher’s Pet” o “Modesto”. Bien mirado, “Santa Cruz” podría, además de coronar la mencionada trilogía, lucir como uno de los mejores trabajos de Pedro The Lion hasta la fecha, tras señalar con orgullo a un músico definitivamente libre y desatado. Pero, sobre todo, por la ambición y honestidad latentes en una obra redentora y conmovedora.
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