Que queréis que os diga, casi prefiero no tener ni papa de inglés a tener que tragarme toda esa retahíla de buenas intenciones kármico espirituales. Que sí que está muy bien eso de ir de hippie-Krishna por la vida y es obvio que cada uno puede hacer de su vida un sayo, pero a mí todo lo que huele a incienso me da grima. Otra cosa es el pachuli. Eso lo asocio a grandes momentos del pasado: a los Zeppelin, a los Purple, a los Pink Floyd, bandas británicas que alumbraron el camino a seguir a estos chicos de Kula Shaker. Desterrado el incienso, centrémonos, pues, en ese aromático pachuli musical, tan bien aderezado por unas gotas de intenso perfume (brit) popular.
El segundo trabajo de Kula Shaker no presenta demasiadas sorpresas, es decir que continua la fórmula ya planteada en su anterior y exitoso Lp. Un álbum que te embarca en un viaje de diferentes texturas sonoras fácilmente asimilables. Un inicio esplendoroso («Great Hossanah»), un single que recuerda a The Verve («Mystical Machine Gun»), texturas hard clásicas («S.O.S.»), y a la cuarta ya te meten la desparramada hindú («Radhe Radhe»), completando un ciclo que se irá repitiendo a lo largo de los doce temas.
Canciones que tiran ahora un poquito de aquí, ahora otro poquito de allí, consiguiendo un todo muy bien empaquetado y atado con la preciosa cinta de color en la que se convierte la ilustración de su portada.
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