No deja de asombrarnos la segunda juventud que viven los británicos Paradise Lost desde hace algunos años. Tras valientes experimentos de dispares resultados, y cuando "The Plague Within" (2015) parecía lo mejor que podían brindarnos a estas alturas, "Medusa" llega para desmentirlo. El disco arranca con la calma tensa de unos órganos eclesiales, pronto interrumpidos por la cadencia lenta y grave de unas guitarras lóbregas y densas: la cadencia doom domina los compases de "Fearless Sky", que retoma las cosas donde las dejó "Beneath Broken Earth", el mejor tema de su anterior obra. Parece que la recuperación íntegra de "Gothic" que oficiaron en la última edición del Roadburn Festival les ha permitido ajustar del todo la brújula gothic doom de sus raíces. También las incursiones en "Vallenfyre" y "Bloodbath" de su dúo creativo, Mackintosh y Holmes. Y es que la mayoría de nuevas canciones, salvando algunas voces limpias, basculan entre "Gothic" y "Shades Of God", con una producción corpórea y envolvente a cargo de su colaborador habitual Jaime Gomez Arellano (Ghost, Ulver, Cathedral) que conecta con el diseño de portada del barcelonés Branca Studio. "Gods Of Ancient" y "From The Gallows" (hermana bastarda de "Falling Forever") avanzan por el mismo sendero que el tema de apertura, pedregoso, frío y cubierto por un manto de espesa niebla; las guitarras vibran y aúllan, monolíticas, quejumbrosas y afiladas a un tiempo. El primer single, "The Longest Winter", incide más en la melodía, aunque se mantienen las atmósferas opresivas y la lentitud predominantes. El tema título constituye uno de los mejores medios tiempos que han firmado en lustros, épico, melancólico y reverberante, con Holmes dibujando sinuosas y evocadoras líneas vocales, aunque en la apesadumbrada "No Passage For The Dead" regresa a los guturales, esta vez apuntalados con episódicos coros femeninos. En "Blood And Chaos", segundo avance del álbum, potencian el groove y el ritmo se acelera; pero pronto vuelve a ralentizarse en las finales "Shrines" y "Symbolic Virtue", dos piezas menos acertadas en su combinación de intermitentes brotes de intensidad y fragmentos que no desentonarían en sus trabajos más discutidos. Un cierre algo deslucido para un disco, por lo demás, descomunal.
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