Parade & Nacho Casado

Del cruce entre talentos patrios siempre hemos logrado sacar petróleo. La ya consolidada hermandad entre The New Raemon y McEnroe, la no menos brillante suma de sensibilidades entre Maria Rodés y La Estrella de David o la entrañable fantasía de _juno han sido convenientes sinergias que a lo largo de la última década han confirmado nuestras mencionadas sospechas. Por ello mismo, el inesperado intercambio de relatos y melodías dulces que nos proponen ahora en formato dupla el murciano Antonio Galvañ (Parade) y el ilicitano Nacho Casado es un experimento de belleza supina que sabíamos que iba a salir bien desde su mismo anuncio.

No solo porque sus primeros avances suscitasen un entendimiento absoluto entre las partes involucradas (encontrando un perfecto equilibrio entre el romanticismo paisajístico del uno y la metáfora plástica del otro), sino porque tras la experiencia profesional acumulada por ambos artistas a lo largo de más de dos décadas de carrera, el cariño y el esfuerzo que ahora vemos depositado en este proyecto rebosa por los cuatro costados y se muestra patente desde su primera escucha.

Como dos artesanos del pop, Casado y Galvañ nos entregan a martillo y cincel un cancionero único en el que las personalidades de sus abajo firmantes permanecen intactas, al tiempo que se conjura un aroma en plural que solo podría haber sido creado a cuatro manos (ese “Verano” a la Simon & Garfunkel es el punto álgido de esta provechosa avenencia con la que nos demuestran el esperanzador recorrido que este combinado puede llegar a tener en el futuro).

A su vez, y remitiéndonos con cohesión y verbigracia a sus marchamos particulares, la pareja logra satisfacer equitativamente y a lo largo de sus diez temas sus inclinaciones estéticas individuales a partir de una factura sagaz en la que sus respectivos imaginarios se estrechan la mano. Con “Nueva York, Tokio y Brasil” viajamos al interior de una postal sin remite que nos lleva directos a la cálida saudade del “Amor, Música & Lágrimas” (20) de Casado, armando entre ritmos de bossa nova una misiva dirigida a la ambición y al futuro. Más próximo a un surrealismo glam y alegórico es ese “Clon Rezagado” en el que la ciencia-ficción onírica de Parade da vueltas de campana hasta hipnotizar todos nuestros sentidos.

La pelota circula de cancha a cancha, pasando de la calma tropical de “Cousteau” a la sofisticada clase de color negro marfil de “El Lindo Amor”, contando en todo momento con el denominador común de unos sobresalientes arreglos de cuerda y tecla que contribuyen a que el montante total posea un hermosísimo empaque. El granadino Jaime Beltrán a la producción y la mezcla sirve de canalizador para que los citados púgiles tracen en el aire sus mejores golpes, afilando como nunca tanto su ternura lírica (“Mañana Mismo”) como sus dotes tonales (“Todo el Peso del Mundo”).

Sus referentes y su larvada técnica hacen que “Parade & Nacho Casado” (24) sea un disco entre un millón y un auténtico rara avis de nuestra escena, con el que no solo se celebra la unión entre ambos nombres, sino también el arrojo de los mismos por salirse de los márgenes con una joya sonora semejante.