“Dirty Sticky Floors”, el primer single, abre el Album: una canción sólo correcta que en otras circunstancias sería una medianía y que aquí sin embargo es de lo más potable. Gahan viste de electrónica (con la ayuda de Knox Chandler y la producción de Ken Thomas) unos temas que andan entre los U2 más vulgares y accesos rockeros que al menos sí resuelve con intensidad (caso de “Bottle Living”, con armónica y todo, buscando un soul que sólo encuentra a medias). También podemos salvar “Black And Blue Again” (la mejor canción del álbum: un lamento de emoción contenida) y “Hidden Houses”, que recupera la energía después de tres temas (“Stay”, “I Need You” y “Bitter Apple”) verdaderamente prescindibles. Por lo demás, manifiesta una peligrosa tendencia a convertir en supuesto himno buena parte de lo que interpreta (“Hold On” y “A Little Piece”). En fin, que habrá que esperar tiempos (y canciones) mejores.
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