Porque más allá de los ecos que encontremos del añorado Elliott Smith (que por cierto son muchos), el hecho de que David Pajo, tras su primer disco homónimo el año pasado (sólo) bajo su apellido, se encamine nuevamente por estas sendas, mucho más básicas y teóricamente alejadas de las sonoridades avanzadas de esos muchos otros proyectos en los que ha participado (Slint, Tortoise, Aerial M, The Four Carnation, Squirrel Bait…), no quita que no sea capaz de confeccionar un perfecto cancionero contemporáneo (pese a sus muchas miradas atrás) dispuesto a medio camino del folk acústico y el pop delicado, como bien nos muestra aquí. Diez temas de regusto típicamente americano, repletos de melodías dulces y rítmicas dóciles encariñadas con el blues, que dan a conocer la cara más amable del de Texas. Un disco emotivo y bonito, cuya saludable escucha, precisamente por ser de quién se trata, cumple perfectamente con las expectativas.
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