The Future Is Not What It Used To Be

A estas alturas, no debería extrañar que Yuri Méndez Barrios firme un magnífico disco al amparo de un proyecto tan cálido como es Pajaro Sunrise, atendiendo a la calidad latente en el que ya es su generoso currículo previo. Y, sin embargo, el leonés vuelve a sorprender a propios y extraños con un álbum magnífico, quizá el mejor de toda su trayectoria, en el que se desprende definitivamente de cualquier tipo de corsé estilístico para adentrarse en direcciones variopintas y completar un trabajo plural capaz de despistar y emocionar a cada giro.

La entrega comienza con el habitual ramalazo folk del músico, concretado en la bonita nostalgia de “The Mute And The Blind” –que poco después encontrará lógica continuación en otro medio tiempo convertido en gema pop como es “Parking Lot”–, para inmediatamente después dar un giro de ciento ochenta grados con los trazos electrónicos (incluso bailables) de “Small Circus, So Many Clowns”. Una suerte de corte a medio camino entre los Eels más animosos y Hot Chip, que resulta del todo funcional sin perder el porte.

Una animosidad extendida en la optimista y luminosa “Devotion”, mientras que la sombra de Mark Oliver Everett vuelve a aparecer en “Hey Matisse”. Otras destacadas sitas en un elepé sin desperdicio son “Not Hungry” (que hace pensar en otro súper dotado como es L.A.), el convincente traje de crooner que se ajusta en “Inhale”, “The Real Top Of The Pops”, una “Lover Lover” con reminiscencias de Nick Drake y Bob Dylan, “Shallow Waters”, “Pointless” o el moderado exotismo de la final “The Sweetest Thing”.

“The Future Is Not What It Used To Be” es, ante todo, un compendio de las diferentes manifestaciones artísticas presentadas por un compositor excepcional como es Pajaro Sunrise. Una obra desacomplejada que deja a las claras el esplendor definitivamente desatado del autor, aquel quizá intuido con anterioridad, pero inédito hasta la fecha en los términos presentes. Un conjunto de canciones que, además, señala a un contador de historias excepcional, al que solo la mala fortuna y la priorización de modas atroces han podido privar de mayor reconocimiento. El mismo que merece por ese estatus de artista elegante y talentoso que vuelve a demostrar.