Elaborado a fuego lento y con mucho mimo, bajo la batuta atenta y sabia de David Soler y Angel Medina en los estudios Art Space, el segundo disco del dúo gasteiztarra es un mosaico pop multicolor de sus muchas y variadas vertientes. Hay ligeros ecos de americana, brochazos de electrónica juguetona y pequeños experimentos de aire cinematográfico, pero sobre todo, hay una colección de canciones, que si bien no van a cambiar el mundo ni revolucionar la historia de la música, posee una elegante distinción que la hace sobresalir de la vulgaridad (cada día mas habitual) y regalarte un delicioso rato que al menos sí cambiará el color de otro día gris.
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