Pacifica

Tres largos años han pasado desde el diez pulgadas que les dio visibilidad y cabía el riesgo de que el mundo se olvidara del trío madrileño. Los caminos de los grupos son inescrutables, y más -conviene recordarlo- en un momento en que el entusiasmo es el único motor que propulsa a casi todas las bandas. Por fortuna, “Pacifica”, su primer largo, es, por fin, una realidad y confirma con creces lo apuntado en aquel trabajo. El sonido espartano da paso a uno más expansivo, de cuyos matices se encarga J. Robbins (Jawbox, Burning Airlines) en labores de producción, apoyado por Javier Ortiz en su magnífico Estudio Brazil de Rivas. “Pacifica” (sin tilde, se refiere a la ciudad californiana), se beneficia del rodaje en directo del trío, y es un disco que amplifica sus virtudes, en esa relectura del hardcore norteamericano de los noventa, que en realidad no es otra cosa que rock (a veces pop) recio y atemporal. No andamos nada sobrados de bandas tan sólidas sin más argumentos que (buenas) canciones.