La mano en el fuego
DiscosPablo Senator

La mano en el fuego

7 / 10
Maite Aparicio — 26-09-2024
Género — Pop-Rock

Con la resaca de la disolución de Desakato -su banda madre- todavía en la mente de sus históricos seguidores y nadando a contracorriente de cualquier línea o pretensión estilística que cupiera esperar en su firma, Pablo Martínez realiza con su respectivo debut en solitario un valiente y ambicioso salto que logrará poner patas arriba las expectativas del más pintado.

Desde el mismo comienzo de “La mano en el fuego” (El Garaje, 24) nos queda claro que el asturiano no ha llegado hasta aquí únicamente para presentarnos un mero refrito de ideas descatalogadas o parches para salir del paso. Lejos de ello, detrás de los diez temas firmados bajo el alias artístico de Pablo Senator se encuentra una renovada e inédita sensibilidad que clama por salir al exterior, liberándose de la carne del estereotipo y exhibiendo a sus oyentes (los que se hayan quedado y los nuevos que vendrán) aquello de lo que ahora es capaz de hacer en masculino singular.

“Esto es lo que siempre quise ser y a veces olvidaba”, nos lanza sin medias tintas en “La Carne”, y aunque no necesariamente tenga que tratarse de un doble sentido dedicado a su audiencia, nos es inevitable leerlo desde ese prisma. Pablo no considera que su discurso actual diste tanto de aquel legado que nos dejó con Desakato, y aunque a más de un purista le cueste ver dichos paralelismos, lo cierto es que existen más líneas de conexión entre ambas propuestas de las que a priori pudiera parecer.

La poesía costumbrista y sentida del vocalista (que durante dos décadas se tradujo en vibrantes baladas de punk-rock) continúa viva de alguna forma en este nuevo cancionero que abraza sin tabúes ni estigmas la versatilidad del pop y sus poliédricas dimensiones. Continúa siendo una delicia sucumbir a su lírica humana y cercana (“No puedes escapar de lo que llevas dentro, decidimos pelear y tuvimos que luchar contra los elementos”, recuerda con melancolía en “Desde Abajo”), al tiempo que sorprende en positivo verle más capacitado que nunca para sacar su lado romántico e introspectivo (“No te puedo olvidar / van pasando los años, no supero lo de mirarnos como dos extraños”, canta en “Las Águilas”). Consecuencias directas de un nuevo plano instrumental que inspira al diálogo apasionado y donde la melodía ahora prima un papel esencial, mudando su polivalente piel tantas veces como se desee (del indie-rock canónico de “Motorizados” a la electrónica popera y fresca de “Santa Ana”).

Para este cambio de paradigma, Pablo no ha escatimado en medios y cualquier atisbo de fiasco queda extinguido gracias al sello particular de dos figuras icónicas de nuestra escena, Manuel Cabezalí y Víctor Cabezuelo. A su manera, la marca personal de ambos queda patente en el disco (de las congas juguetonas de “Stalingrado” al nervio catártico de “Volver a casa”) y comprobamos con gusto que la dupla ha sido capaz de combinar el ingenio de sus respectivos antecedentes en aras de llevar a un lugar más que digno algunas ideas que a primera vista pisaban en falso. Con todo, Pablo Senator sale airoso en esta nueva andadura, haciéndose hueco formalmente en nuestra escena pop y demostrando que aunque la dirección del camino cambie, la rueda no deja de girar. “Nunca he sido muy sofisticado, pero sé que esto va a salir fetén”, que diría él.

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