Lo primero que llama la atención al analizar este disco es la voz femenina que da la bienvenida, en castellano con acento gringo, como en la intro del inmortal “Ritual de lo Habitual” de Jane’s Addiction. El entusiasmo se mantiene con moderación porque “DROP”, el tema con el que amanece el disco, cumple pero no impacta lo suficiente. El featuring de Randy Blythe de Lamb Of God no marca la diferencia y, aunque la canción tiene algún breakdown interesante, no llega a surtir el efecto bomba que un disco así necesita en su primer tema. La obviedad de la letra (“no juegues con fuego, que te puedes quemar”) tampoco ayuda.
Al sucederse los temas es inevitable pensar en lo que Billy Gould de Faith No More dijo cuando reunió a su banda en 2009. El bajista afirmaba que si una banda de tu juventud sonaba bien en su reunión, entonces te haría sentir joven, por el contrario, si la jodían, seguramente te sentirías un viejuno.
Pues pasa algo de eso con este disco de P.O.D. en pleno 2024 (año en el que la vuelta del nu metal sigue en alza a tener en cuenta por los festivales revivalistas, la vigente convocatoria de las bandas clásicas y los nuevos artistas del estilo) y es que es un álbum particularmente permeable a la lógica del vaso medio lleno/vaso medio vacío a la que abogue quien escucha. Porque es al mismo tiempo un tostón de dimensiones sin ninguna novedad y también un disco correcto de una banda a la que no se le puede pedir vuelo extra, y eso está bien: P.O.D. son un ente sentimental, tosco y honesto. Los matices no son el fuerte del ahora trío, pero sí lo son las canciones de emociones simples y sinceras. Su carácter latino, que cuadra en una propuesta musical de autoayuda y positivismo sigue marcando diferencia a su favor.
En cuanto a los temas en sí, se puede mencionar el aporte de épica europea de Tatiana Shmayluk de Jinjer en “AFRAID TO DIE” (que vendría a ser el “Youth Of The Nation” de esta etapa de la banda) y vuelo stoner punk a la Fu Manchu de “THIS IS MY LIFE” en la que participa Cove Reber de los post-hardcore Dead American, “LIES WE TELL OURSELVES”, un potente medio tiempo de efectiva melodía que huele a Weezer con ojos entreabiertos por el sol de San Diego o la veraniega melancolía de “FEELING STRANGE”. En definitiva, ¿es bueno hacer de cuenta que aún estamos en 2001? Según tu respuesta disfrutarás de este trabajo o no.
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