Ya hace seis años desde “Gozo poderoso”, su anterior disco. Aunque entremedio estuvieron un recopilatorio de nombre acertadísimo, “Evolución”, y las aventuras en solitario de los dos componentes básicos de la banda, Andrea Echeverri, con su disco homónimo, y Héctor Buitrago, con “Conector”. Tras esos proyectos individuales, pero compartidos, llega este “Oye”. Y como siempre, sorprendiendo. Ellos mismos afirman que se trata de una vuelta al sonido más orgánico, contestatario y energético del grupo. Y, claro, aciertan. Y es que a pesar de sus cambios de estilo, siguen poseyendo ese sello personal, distintivo e intransferible que los diferencia de cantidad de bandas procedentes de Latinoamérica. Eso sin desmerecer a nadie.
De nuevo sus letras siguen siendo para prestar atención y en este caso se les nota una preocupación especial por lo social, como se evidencia en “Canción protesta”, “Don Dinero” u “Oye mujer”. Tampoco descuidan lo local como en “Al parque”, un homenaje a uno de los festivales que ellos ayudaron a consagrar. Y musicalmente siguen utilizando el rock, pero mezclado con ritmos latinos como el bullerengue, la champeta, el bolero e incluso con sonoridades indígenas o procedentes de la India. Lo dicho, únicos.
Me parece un punto de vista muy itsnretanee, la envidia al vecino de enfrente como estrategia de marketing, el ansia por tener todo lo del vecino, del y yo me1s y cosas de este estilo que a mi me agobian un montf3n, pero que a mucha gente le importa y mucho.