Tal vez haya sido el miedo, o un toque de la discográfica, esas cosas sobre las que siempre se miente; el caso es que Roisin Murphy ha dado un pasito para atrás con “Overpowered”, como diría aquel, para tomar carrerilla.
Este se debe entender como su primer disco en solitario, sin experimentos extraños con tipos raros como Matthew Herbert. “Ruby Blue” gustó a los más ceñudos y a los que sueñan con un futuro en el que el mainstream pueda llegar a enriquecerse sin estruendos, pero las grandes empresas no comen con los experimentos, así que en 2007 tenemos a una Roisin Murphy que deja la extravagancia sólo para su armario ropero, y que después de expoliar la colección de discos de David Krivit, se enreda al cuello el house clásico y el electropop ochentas con ayuda de Andy Cato (Groove Armada) y Richard X, de modo que el álbum termina enfermo de indecisión por tratar de ser demasiado políticamente correcto.
Murphy sigue con su proyecto a largo plazo de conseguir ser la diva del pueblo, y cuando llegan hits como “Let Me Know”, es fácil imaginarla dándose un baño de multitudes, triunfante, incluso sonriendo. Sin embargo, hay demasiados minutos de miedo a experimentar, y aunque Moloko siempre fueran un poco por detrás de las modas, a Roisin la decoraban con amor, no con billetes, y eso se nota.
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