Volver a recalcar las virtudes de Òscar Briz puede sonar a prédica en el desierto: más de quince años de carrera en solitario -más de veinticinco si computamos todas sus encarnaciones- deberían ser más que suficientes para que gozase de mayor escrutinio mediático, pero ese debe ser (si duda) el peaje a tasar por esa amplia nómina de honestos francotiradores que descerrajan sus argumentos sin aprecio por la bolsa de valores de las tendencias.
Coproducido por Mark Dasousa (Solar, Zoo, Aspencat), este noveno disco a su nombre aquilata de nuevo su maestría para el blues apócrifo (“Les màscares”, “Ni puto cas”), el pop estilizado (“I Wish You Well” podría ser de The Go-Betweens), el rock acerado (“Paranormal”), el trazo naïf (“Delicat Narcís”), el medio tiempo elegante (“Bruno”) y dianas tan certeras como la extraordinaria “Entropia”, siempre bajo la inteligente lucidez lírica de sus textos. Uno de sus discos más completos
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