Lo fácil sería tomarse este "Originals" como una muestra de canciones que Prince compuso para otros artistas, en su mayoría mujeres, en su época de más ebullición creativa. Lo difícil es enfrentarse a este disco como si fuera un "nuevo disco" de Prince o más bien un disco perdido de su época más brillante. Llamar a estas canciones maquetas suena casi ofensivo y, aunque parezca increíble teniendo en cuenta su procedencia diversa, existe un hilo conductor entre ellas. Y eso es algo que convierte a este “Originals” es un disco coherente más que un simple compendio de canciones sueltas.
No hace falta darle muchas vueltas a la cabeza para descubrir que, por supuesto, el tema sobre el que giran los temas es el sexo. Porque, aunque Prince acabó sus días esquivando por motivos religiosos esta vertiente de su música, todos tenemos claro que es el terreno en el que mejor se movía.
Todo el talento de Prince está aquí, en estos quince cortes. Desde el funk vigoroso y ultrasexualizado de “Sex Shooter” al pop juguetón de “Manic Monday”, pasando por las baladas a piano de “Noon Rendezvous, el funk futurista de aires queer de “Make Up” o el soul más elegante de composiciones como la adictiva “You’re My Love”. También aparece su faceta más jazz y freestyle en la espectacular “The Glamorous Life”, sin olvidar otras caras que le caracterizaron a lo largo de su trayectoria como esas balas sexuales que derriten a cualquiera (“Gigolos, Get Lonely Too”), el funk-rock con toques rap de vieja escuela tan marca de la casa (“Holly Rock”), etcétera.
El resultado es un disco variado, rico y brillante que nos deja aturdidos gracias al desbordado talento del genio de Minneapolis. Mientras otros y otras se autodenominaban reyes o hacían de sus defectos su virtud, con más ambición que talento, Prince se labró una carrera que dejará claro para siempre que fue y continuará siendo el puto amo.
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