Aunque ya no había discusión posible sobre que David Carabén es un compositor en mayúsculas capaz de una lírica musical y textual impecable, sí se dudaba de que pudiese igualar la cumbre creativa que supuso “Set tota la vida” (Sinnamon, 07), un cancionero que nos dejó con sed de más con títulos pretéritos ya para toda la vida como “Qui n’ha begut”, “La tarda esclata” o “Neix el món dintre l’ull”. Entonces Mishima reconfirmaban el primer paso firme en catalán que ya dieron con canciones como “Miquel a l’accés 14” que tan bien ha homenajeado Miqui Puig recientemente. Respecto a “Ordre i Aventura”, ya disipamos dudas con el destello espiritual de “Guspira, estel o carícia”, adelanto en forma de sintonía del programa “Ànima”. Pues bien, la inicial “Tot torna a començar” nos sitúa de nuevo ante su monumental capacidad artesana. Un bombo-caja con cierto regusto a Phil Spector que tan sólo es la primera de las gemas de un nuevo repertorio de orfebrería pop pluscuamperfecto. Sin embargo aún falta por llegar la mejor, “Deixa’m Creure”: la perfección lírica en todos los sentidos. Estamos, sin duda, ante su disco más grandilocuente, con arreglos preciosistas y una producción cuidada y en el que las pequeñeces cotidianas que relata Carabén alcanzan un lenguaje universal. Reaparece Miquel, Barcelona sigue siendo el escenario de sus emociones, y de nuevo vuelve a relucir ese amor de perdedor romántico: “Estic tan enamorat, de tu, com abans” reza sin caer en lo cursi en “Com abans”, otro ejemplo de fe y plenitud de su quinto disco. Pero podríamos seguir: “Tornaràs a tremolar” o el pequeño vals “En arribar la tardor” también contienen la vida en pocos minutos.
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