No es ninguna casualidad que Daniel Lopatin, el hombre tras Oneohtrix Point Never, haya participado en tareas compositivas del reciente álbum de The Weeknd. Quizá porque la línea que une a ambos entomólogos del pop de nuestros días no es tan fina como parece a primera vista o porque, en realidad, Lopatin es un comensal cegado por su necesidad crónica por sorprender, pero lo cierto es que absorbe todas las herramientas necesarias para gestar su nuevo disco: artilugio donde autotune cósmico y dejes a pop siglo XXI no pueden esconder la esencia de un trabajo armado de materia orgánica selvática. Fuerza salvaje que recupera al Lopatin más inquieto y honesto con su profunda consciencia experimental.
Empujado por impulsos cuasi extraterrestres, en “Bow Ecco” nos arrastra a la electrónica sísmica de Arca, fagocitada entre espasmos de paisajismo impresionista. El recuerdo a Alejandra Ghersi se extiende a momentos de catarsis total como “Shifting”. Por su parte, en “The Wether Channel”, remata los seis minutos con un tramo final que define la continua mutabilidad de lo que significa el pop del nuevo milenio. Esta dinámica se extiende al resto de un repertorio donde temas como “No Nightmares” conjugan a la perfección la arquitectura cubista retro ochentera de sus trabajos pre-“Garden Of Delete” (15) con la alquimia mainstream que dirime los gustos masivos de la generación Pitchfork.
En otro de estos diecisiete giros imprevisibles, es capaz de perfilar haikus instrumentales tan hermosos como “Tales From The Trash Stratum”, donde nos sumerge en una jungla cristalina de electrónica libre de códigos aritméticos. Según el momento, la escotilla de los ecos nos conecta con una versión amorfa de la melancolía norteña de Boards Of Canada, pero también a estados emocionales glitch de espíritu Sakamoto, tal que en la fascinante “Imago”.
No hay pasamanos donde agarrarse en este baile por las brumas de un precipicio tallado a base de inspiración y gusto por el goce de la mutación sónica. Droga dura de corte hipnagógico. Para perderse, y no querer volver.
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