No sé si será el síndrome del supervisor hiperactivo o simplemente se trata de confirmar más su brillantez como soundmaker que como songwriter, pero este décimo álbum del proyecto de Daniel Lopatin me suena a destellos de belleza efímera, a un paisajismo excesivamente ensimismado y autosuficiente, a una apuesta (quizá deliberada) por prometer mucho más de lo que realmente ofrece. Puestos a recordar y pasar por su filtro los sonidos de su adolescencia y juventud (los noventa y primeros dos mil), me resulta más convincente y mejor enfocado lo último de M83, sin ser precisamente la bomba.
Productor ejecutivo – junto a Max Martin – de lo último de The Weeknd, también director musical del show de este en la Superbowl de hace un par de años, Oneohtrix Point Never hace gala de su sello personal (ese que nadie la va a discutirá estas alturas) pero se queda un poco a medio camino de muchas cosas.
Y además añade la intervención de la AI a la ecuación, para terminar de difuminar los contornos de este magma digital que juega con el rock progresivo (las guitarras de “Nightmare Paint”), el rock alternativo de los noventa y el post rock (una playlist con Godspeed You Black Emperor!, Mono, Swans o And So I Watch You From Afar ha sido una de sus principales inspiraciones), arrojando un saldo que depara momentos particularmente evocadores, de punzante emotividad (“Locrian Midwest”, “Gray Subviolet”, las cuerdas de la inicial “Elsewhere”) que, no obstante, se van disolviendo como un azucarillo en medio de tan frondoso campo de probaturas, con ocasionales pinceladas leves por parte de Xiu Xiu, Lee Ranaldo o Jim O’Rourke. Muchas cosas y no del todo bien dispuestas. Creo que solo convencerá a su núcleo de incondicionales.
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