One One

Original y excéntrico como pocos, Matthew Herbert nos presenta ahora la que es su última creación, una trilogía de discos que irán apareciendo a lo largo de un brevísimo espacio de tiempo y que se inicia con este “One One”, un disco que ha sido íntegramente grabado por el propio Herbert en su estudio de Whistable (Kent, Inglaterra) y que, según él mismo, cuenta la historia de un día normal en la vida de un hombre común. Muy normal no debió ser el proceso de gestación de este trabajo cuando Matthew se estrena como vocalista (susurrador, deberíamos apostillar) o porque el artista ha reconocido tener que aprender a tocar diversos instrumentos para poder guisárselo y comérselo solito, sin banda ni nadie que le eche una mano. El resultado, convincente aunque con ciertos tintes de anecdótico, redunda en la faceta más intimista y cálida de este genio de la música contemporánea, a medio camino entre lo electrónico y lo orgánico y con diez cortes, todos ellos con nombres de ciudades del mundo, del que nos quedaríamos con “Valencia”, y no precisamente por ser la única española, sino por el inusitado contrapunto que supone su cierre a este peculiar e insólito disco.