Hace dos años, el homónimo álbum de debut de la inglesa Anna Calvi nos presentaba a una chica con una voz y personalidad superiores a la media. Las manidas comparaciones con PJ Harvey no pueden ensombrecer la calidad de un disco lleno de canciones tan intensas y dramáticas como afiladas y bien construidas. La inicial “Suddenly” nos hace creer que la pulsión melódica se mantiene en este su segundo disco, pero después queda diluida en composiciones excesivamente complejas, casi operísticas (“One Breath” tiene más de música clásica que de pop) con la voz de Calvi omnipresente. Aunque las comparaciones pretéritas se mantienen a ratos, ahora se une a la lista la de Annie Lennox, en un álbum que suena mucho más pop (pero también más gótico) que su predecesor. Se echa de menos el nervio y la fiereza de éste, que sólo vuelve a aparecer en la guitarrera y nerviosa “The Love Of My Life” (en la que nos viene a la cabeza Karen O) Calvi amplía su legado y pule su estilo, pero se deja coraje por el camino.
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