Once I Was An Eagle

No dejará nunca de sorprenderme que la propuesta de Laura Marling acabe calando hasta el tuétano en estos tiempos tan acelerados en los que nos encontramos inmersos. El folk oscuro, sinuoso y rematadamente crudo de la inglesa debe saborearse con cierto deleite relajado, solo así puedes llegar a apreciar el enorme talento encerrado en un cuerpo menudo de apariencia frágil, pero capaz de trazar preciosos punteos en una acústica que es, junto a su voz, la auténtica protagonista de su música. Un cuarto disco tramado en Los Angeles, actual lugar de residencia de la artista, con la inestimable ayuda del productor Ethan Johns y que parece dividido en dos mitades con un “Interludio” a modo de separata de por medio. En la primera, apenas sin descanso al encadenarse los temas empezando el siguiente donde acaba el anterior, nos encontramos la cara más áspera, árida y minimalista de la artista, con una “Master Hunter” estelar que se convierte en la protagonista de esta primera mitad. Sin embargo, en la segunda parte del tono se relaja y aparece cierta luminosidad que incluye algunos delicados arreglos de teclado y una mayor exhuberancia instrumental dentro del tono minimal del disco como demuestra en “Where Can I Go” o “Pray For Me” . Un álbum de una mujer madura que con solo 23 años nos ha regalado cuatro sólidas obras sobre las que asentar una carrera de largo recorrido. La podrán compara con Joni Mitchel si quieren, pero la Marling ya se ha ganado el derecho de ser la Marling.