Esa fama de chico malo que tenía de sus días al frente de D-Generation se desvanece conforme va desplegando su carrera. Sorprende su capacidad de comunicación, su cultura y, obviamente, su bagaje musical.
El rock, el jazz o incluso el soul tienen cabida en su imaginario. Así que, conocedores de la preparación de este disco de versiones, la curiosidad era mayor que de costumbre. Y eso que últimamente este tipo de artefactos nos han dado una de cal y una de arena en distintos casos. Con una señorial cubierta y una contraportada con una tienda de discos que nos lleva a preguntarnos hasta cuándo podremos gozar del placer de visitarlas. Jesse Malin, sin entregarnos esta vez la quintaesencia de los álbumes de versiones, sí logra arrancarnos una sonrisa de satisfacción. El neoyorquino se pasea por ese fino alambre que separa la distorsión total de la fiel recreación de las tomas originales. Además, tiene el detalle de explicar en el libreto el significado personal de cada una de las versiones. Pasa con elegancia de las menos asociadas a su bagaje, como puedan ser las de Tom Waits, Sam Cooke, Elton John o ese “Everybody’s Talkin’” de Nilsson, a piezas más previsibles de Ramones, The Clash, los Stones o ese “Walk On The Wild Side” de Lou Reed.
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