En los grupos, las malas noticias en forma de deserciones a veces se transforman en oportunidades. Frankie Broyles, guitarrista de Deerhunter (en mi opinión, una de las bandas americanas imprescindibles de lo que va de siglo) se apeó del barco en 2015. Pero resulta que el humilde trío que ha formado en la misma ciudad de Atlanta nos ha traído un debut excelente: No hay mal que por bien no venga.
En apenas media hora, con una portada “artie” de motivos geométricos en la que apenas se lee su nombre y que evoca claramente la excitación del post-punk retro-futurista de finales de los 70 y primerísimos 80 vía Wire o Devo, Broyles, el batería Billy Mitchell y el bajista/cantante Philip Frobos (ex Carnivores) se marcan una lección de post-punk lo-fi minimalista y atemporal (toma etiquetas): Sonido analógicamente espartano y orgánico, ideas muy claras con exquisitas referencias (además de los mencionados, Magazine, XTC, Television, Mission of Burma…). El resultado vence y convence, aunque a mí siempre me quede la reserva en estos casos de si este tipo de bandas no son sino brillantes copias cuasi perfectas de las originales.
Dejando a un lado esta reflexión de aguafiestas, lo importante es que todo funciona admirablemente en “Deluxe”, empezando por las guitarras poliédricas de Broyle, que se engarzan a la perfección con los bajos musculosos y los ritmos urgentes de sus socios. En su debut, Omni son directos y frescos pero no constreñidos ni facilones; Inteligentes como su portada, pero nunca repelentes empollones de la Historia del pop; suenan a muchas cosas (buenas), pero se salvan de los tópicos y el pastiche. Combinan precisión y pericia instrumental con el sudoroso desenfreno punk. Y se sacan de la manga algunos estribillos que parece que han estado ahí siempre. Supongo que era lo mismo que buscaban los primeros Strokes. ¿Se acuerdan de ellos?
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.