Oh Monsters!

¿Tiene motivos Ana López para sacar sus monstruos a pasear? Y en el caso de que así fuera ¿se ha atrevido finalmente a hacerlo en su segundo disco? Razones para el vértigo desde luego no le faltan. Grabó su debut con maneras domésticas y ha terminado mostrándolo por medio mundo, sembrando una semillita que aspira a hacer germinar en no demasiado tiempo en plazas exigentes como el DF.

“Oh Monsters!” es por tanto su primera grabación netamente profesional, aunque a última hora el disco ha sufrido una serie de imprevistos que en buena medida lo condicionan: la partida de su mano derecha el último año, Elías Egido, la sustitución de David T. Ginzo por Manuel Cabezalí y la menor implicación de Phil Vinall, que aunque sonaba como productor acabó a última hora encargándose sólo de las mezclas. Con estos mimbres y la propia Ana ocupándose de las labores de producción con el apoyo de Ángel Luján y el Vetusta Morla Guillermo Galván, la expectación y (por qué no decirlo) el morbo siguen intactos. “Oh Monsters!” responde a todas estas incógnitas sólo a medias.

Porque ante la duda parece haberse decidido a echar en el saco todas sus razones, catorce canciones, una hora de música en la que se atraviesan todos los estados habidos y por haber en estos últimos dos años de crecimiento constante, un exceso que al final del disco se acaba pagando. Perfectamente podría haber liquidado las maliciosas comparaciones de siempre obviando una cara b tan clara como “Locked In Verses”. O dejando en el tintero canciones más bien insípidas y deudoras de su ayer como “The Closer”, “Remember Today” o “Mute My Mind”.

En el otro lado, el de los logros, abundantes ramalazos de genio. Los coqueteos con el dream pop de “At Home” y “Missing A Stranger” -realmente bonitas-, el inesperado arrebato fronterizo de “Monsters” y, en líneas generales, un compromiso mucho mayor con la composición y los arreglos -esas cuerdas épicas que conducen “Gone If I Close My Eyes” a un territorio inédito en la malagueña- que hacen de “Oh Monsters!” un disco mucho más adulto (en el buen sentido del término) aunque aún temeroso: decisiones como el absoluto protagonismo de la voz condenan por momentos los méritos.

Es aquí donde más se echa de menos la mirada limpia y valiente de alguien dispuesto a obviar que Anni, además de una talentosa compositora e intérprete, es también esa artista pop con una audiencia tan heterogénea que invita a tirar por el camino de en medio. Pero, tal y como parece que ha empezado a sospechar la propia Ana por lo escuchado en determinados pasajes de este disco, en esta carrera de fondo sólo el que de verdad arriesga gana.