Desde hace años somos capaces de posicionar la ciudad australiana de Perth en el mapa –o por lo menos saber de su existencia- gracias a la incuestionable irrupción que ha supuesto los que son ahora sus héroes locales de lo psicodélico: Tame Impala. Esto ha llevado a (re)descubrir una escena musical en Australia que existe gracias a grupos como Pendulum, The Sleepy Jackson o The John Butler Trio pero que ahora ya tiene hasta nombre generacional por el que es conocido: "La escena musical de Perth". Un título que funciona como trampolín y reclamo para la exportación de bandas más allá de sus fronteras. A partir de ahora, y gracias al disco que aquí nos atañe, "Oh Inhuman Spectacle", podemos incluir a Methyl Ethel en esta lista.
“Siempre hay alguien haciendo algo increíble en la habitación en algún lugar”. De esta forma resume Jake Webb, líder, compositor y guitarra de Methyl Ethel, la existencia del grupo. Y es que todo surgió de la necesidad de materializar y de externalizar todo lo que Webb iba creando en su habitación bajo la influencia de grupos como MGMT, Courtney Barnett, Animal Collective o, por supuesto, su vecino local y generacional Tame Impala. Para sacar todo ese material contó con la ayuda de sus amigos Thom Stewart (bajo) y Chris Wright (batería), definiendo así la formación del grupo y generando un primer EP de seis canciones, "Teeth" (2014), un trabajo de experimental en el mayor sentido de la palabra: un sonido nada definido, ecléctico, sin conexión entre canciones,... como si Webb hubiera querido demostrar de golpe y porrazo toda la creatividad guardada tantos años en su habitación de la casa de sus padres.
Pasados dos años y teniendo en cuenta este punto de partida, cuando nos adentramos en “Oh Inhuman Spectable” seguimos encontrando ese carácter experimental del primer EP pero de una forma más definida y con menos puntos de fuga. El grupo de Perth sigue practicando el salto de géneros musicales entre canciones pero esta vez con un hilo conductor (más o menos perceptible en función del tema) que es el sonido dream-pop. "Depth Perception" y "Also Gesellschaft" nos acercan a los melodías más psicodélicas (y a la confirmación de la cercanía con Kevin Parker y los suyos), "Rogues" nos traslada al sonido elegante del pop ochentero, la intro ambiental de "To Swim" crea una atmósfera evocadora y las pinceladas de post-punk presente en "Shadowbozing" nos invitan a bailar en la oscuridad. Pero si hay un principal valedor del álbum ese es el tema que lleva por nombre "Twilight Driving", una canción que evoca sonidos de la década de los setenta (¡ojo a ese solo de saxofón!) y con un estribillo de los que llegan para quedarse en la cabeza y lo suficientemente potente como para meternos en un bucle de reproducciones capaz de convencernos de que aquí hay algo especial, esa sensación electrizante y esperanzadora que define los primeros trabajos de los grupos llamados a hacer algo grande.
Como la personalidad de un adolescente, Methyl Ethel todavía está en ese proceso de indecisión, de experimentar característico de bandas nóveles que, lejos de establecer una dirección concreta, se dejan querer y llevar por toda la música que les gusta, les llega y les influye. Algo arriesgado de cara a la presentación ante el público pero que en esta ocasión les ha salido bien, bastante bien. Lejos de intentar inventar algo nuevo, con este primer LP, Methyl Ethel consiguen llamar la atención y, lo más importante, crear una expectación suficiente como para generar la idea de que estamos ante uno de esos grupos por los que apostar de cada al futuro. ¿No era ese el fin de todo primer disco?
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.