Ante cada uno de los últimos tres discos de Deerhoof, los fans más antiguos nos hemos dedicado a mirarnos entre nosotros en secreto con cara de “ai ai aiiii...” mientras buscábamos pegas sin dejar de decir lo maravilloso que seguía siendo el grupo. ¿Por qué, entonces, tanta tontería?
Por una parte el grupo tiene un sonido totalmente reconocible y único basado en los mil cambios de ritmo, en repeticiones absurdas y vuelta a cambiar otra vez, en las baterías que de vez en cuando parecen estar tocando una canción distinta sin dejar de tener todo el sentido del mundo o la voz tan graciosa de Satomi, como de clases de inglés para Teletubbies. Demasiado brillante para parecer tan inocente. Todas esas cosas siguen ahí, disco tras disco: el mongolismo, los cambios, el aturdimiento y el pop. ¿Y la decepción? Bueno, es simplemente que donde antes todas esas cosas sonaban a iluminación espontánea, impredecible y loca, en esta último disco suena tan a Deerhoof que ya no nos hace saltar de la silla. Siguen siendo únicos, pero un poco más predecibles y, por tanto, farragosos. De todos modos, “Offend Magie” sigue ofreciendo píldoras brillantes de pop dadá como “Snoopy Waves” (nunca había imaginado que las guitarras setenteras y Deerhoof podían hacer tan buenas migas), “Basket Ball Get Your Groove Back” (en seria competición al título de letra más divertida y absurda del grupo, y sabemos que son especialistas) o “This Is God Speaking” (la canción más loca del disco, como Moondog jugando en una guardería y rompiéndolo todo sin querer). Vamos, que incluso sin ser su mejor disco siguen siendo Deerhoof. Y eso es mucho.
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