Meat Machine
DiscosObsidian Kingdom

Meat Machine

9 / 10
Fernando Acero — 16-10-2020
Empresa — Season of Mist
Género — Metal

Una marcha rítmica: unos zapatos de charol desfilan mecánicamente. Infantes anónimos caen impasiblemente hacia una máquina trituradora. Más tarde, una masa cilíndrica, quebradiza, ensangrentada y pastosa, es procesada uniformemente por una prensa metálica, reluciente e inhumana. Las imágenes descritas pertenecen al más que memorable clip de “Another Brick In The Wall, Pt. 2” de unos Pink Floyd en la cúspide de su fama en el filme del recientemente fallecido Alan Parker. Dicha estampa nos sirve para ilustrar dos cuestiones intrínsecamente relacionadas con el último trabajo de los vanguardistas Obsidian Kingdom, “Meat Machine”: la de la carne y la identidad, dos de los temas más esenciales en la historia del arte y la mística.

Lo cierto es que, tal y como ya demostró en obras pasadas comoMantiis (12) yA Year With No Summer (16), el quinteto barcelonés está más que familiarizado con esa incomodidad casi truculenta descrita anteriormente. La carne sirve aquí como leitmotiv (a)narrativo para hablar sobre la constitución humana de las creencias más profundas, como el deseo y las propias limitaciones del mismo. El resultado de ello es, tanto lírica como sónicamente, demoledor. Sus diez cortes son profundos e incisivos, sangrantes y crudos como pocas veces antes en su carrera: sexualidad, muerte, hastío, frustración, agonía y resurgimiento se entrecruzan en un discurso excéntrico e imaginativo que bordea lúdicamente territorios que sólo podrían ser clasificados como tabú.

Y no nos referimos aquí únicamente a una cuestión verbal, tal y como podrían demostrar las explícitas letras de “Naked Politics” o “Spanker”, sino que su arrebatador y dinámico sonido penetra de lleno en áreas históricamente malditas por las visiones más conservadoras del metal. Si hasta el momento su apuesta había pivotado alrededor de conceptos como “black”, “prog”, “drone”, “post” u otras etiquetas semejantes, Obsidian Kingdom se apropia sin complejos de recursos condenados al anatema como el sampling o el autotune, todo ello desde un prisma electrónico e industrial, con un ojo puesto en la accesibilidad y la idea de los temas como entes autónomos y el otro en la imprevisibilidad estructural. Su monstruoso resultado da pie a sorprendentes piezas como “Flesh World”, “Vogue” o “Womb Of Wire”, que brindan un excelente contrapunto a piezas más sólidas y unívocas como el fulgurante single “Meat Star”.

“Meat Machine” es probablemente el mayor ejercicio de radicalidad en la trayectoria de la banda. Su abandono de la conceptualidad hermética, que no con ello de su estilo cerebral y denso, ha permitido que en sus filas se introduzca una sensación de liberación absolutamente patente en sus composiciones, cuya maduración les ha permitido alcanzar una fórmula de semántica tan ambigua como accesible, tal y como podrían recordarnos los trabajos de principios de siglo de los noruegos Ulver. Su incursión hacia una experimentalidad más honesta les ha servido ya no para firmar una de las mejores obras de su carrera, sino uno de los episodios más reseñables del metal patrio de los últimos tiempos. Un merecido brindis por ello, pues. Con tinto, por supuesto.

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