Cuando tienes delante de ti un proyecto tan complicado de catalogar, solo puedes esperar que te vuele la cabeza y no deje de sorprenderte. Con una determinación absoluta y una pisada arrolladora, entran de un portazo y con la autoridad por bandera las chicas de Nova Twins, presentando su segundo trabajo en formato de larga duración, “Supernova”. Para esta renovación de votos tras su aclamado debut, el dúo londinense compuesto por Amy Love y Georgia South nos propone un atrevido ejercicio de quimicefa musical, metiendo en una misma probeta una pizca de punk, otra de r’n’b y otra de nu-metal de principios de los dosmiles, obteniendo como resultado una suerte de hip-hop industrial, agresivo y dinámico, que difícilmente te mantendrá inmóvil.
Cuesta creer que haga tan solo un par de años que Amy y Georgia oficializasen su puesta de largo con “Who Are The Girls?”, pues su descarada diatriba y su enérgica presencia podrían perfectamente llevarnos a pensar que estamos ante unas veteranas totales en lo que a desatar tormentas se refiere. “Supernova” hace honores a su nombre y explosiona sobre nosotros liberando desde el mismísimo primer segundo una inabarcable energía en cada uno de sus temas, recordándonos entre mazazos a doble bombo que todavía sigue habiendo espacio para un buen headbanging. Dentro de esa espiral de catarsis pura, donde las etiquetas quedan definitivamente obsoletas, se esconden además furtivas consignas que ensalzan el discurso de Nova Twins, dejando claro que detrás del ruido hay también una voz mayúscula y titánica (“I'm a boss bitch, I'm Cleopatra, I'm a samurai, samurai, samurai, dancer. Warrior, warrior, warrior, fighter”).
Lejos de descolocarnos, la versatilidad de la que las británicas hacen gala nos atrapa gracias a una sorprendente cohesión pulida en la que esos subibajas estilísticos maridan inesperadamente a la perfección. En “Supernova” conviven democráticamente (a veces incluso en la misma propia canción) una extensa lista de géneros deconstruidos y exquisitamente ensamblados entre sí con el objetivo de que todos ellos tengan su particular momento de gloria. ¿Cómo pasar de un cañonazo en clave de metal alternativo (“Antagonist”) a un reivindicativo himno de electrónica y punk (“Cleopatra”), para rematar seguidamente con una sensual y oscura balada de r’n’b y hip-hop (“K.M.B.”)? Solo ellas deben conocer el secreto y aunque cueste creerlo, salen ilesas de tal osado desafío.
A esta indómita travesía a lo largo de las sobrecargadas estructuras de sus pistas (y a pesar de ese particular horror vacui sonoro que éstas en ocasiones presentan), se suma una latente evidencia por querer hallar una infecciosa pegada que, además de sacudirnos, logre perdurar en nuestras memorias, ya sea bien haciendo uso de ritmos más accesibles (“A Dark Place For Somewhere Beautiful”) o a través de versos sencillos y directos (“Choose Your Fighter”). Pero si hay una asignatura en la que Amy y Georgia sacan especialmente matrícula es en la de clavar banderas en territorios históricamente adueñados por hombres normativos, como es en sí la expresión a través de géneros escasamente asociados a las voces femeninas o al empleo de desvergonzadas y ácidas formas de hablar sobre sexo sin reparos ni apuros (“Puzzle”). Una prueba más de que su empoderamiento, al igual que su ambición artística, no conoce límites.
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