El cantante y guitarrista de Texas es uno de los primeros espadas de la nueva generación de bluesmen y rockeros de raíces. Su irrupción es de las mejores noticias que ambos estilos han podido recibir en la última década. Capacidad, actitud y autenticidad, maldita palabra, reunidas en una sola persona que, a la manera de los grandes del género, posee una biografía que da para forjar las bases de una leyenda. Este último compacto no llega a las cotas alcanzadas en sus tres imprescindibles (recalco lo de imprescindibles) álbumes anteriores pero supera con creces el rasero de la mayoría de sus contemporáneos. Inyectando punk y metal, las otras dos grandes influencias, al blues y el country limpia de polvo y paja, a la par que revitaliza, una tradición musical que recientemente ha caído en manos equivocadas más ocasiones de las necesarias.
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